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Fundamentación teórica

Jaramillo, A. & Díaz, J. en su resumen evidencian la postura del pensamiento de John Dewey sobre la enseñanza de la ciencia en los niños.

John Dewey, no está de acuerdo sobre el modo como se ha venido enseñando la ciencia en el campo educativo; desde el momento que los estudiantes inician el estudio de la ciencia se limita el pensamiento, debido a que se debe seguir un manual. “Los alumnos comienzan su estudio de la ciencia con textos en los cuales la materia está organizada en temas conforme al orden del especialista”. Según el autor, los únicos que podrán llegar a ser verdaderamente hombres de ciencia son aquellos que no siguen una línea secuencial impuesta, sino que van más allá, abriendo lugar a la duda, aplicando herramientas que permitan seguir en la búsqueda y en la exploración.

“Los que llegan a ser hombres de ciencia con éxito son aquellos que por su propio poder logran evitar las trampas de una introducción escolástica tradicional en la ciencia”

Para enfrentar el problema anterior, al estudiante se le debe dar la oportunidad de desarrollar buenos hábitos de pensamiento, de manera que le permita ampliar sus destrezas y habilidades, lo cual lo lleva a ser un ser espontáneo, curioso e innovador, estimulando así el ejercicio de la observación y la investigación, aportando de este modo avance a la ciencia.”

De ahí que la educación, aunque acto complejo en formas y contenidos, haya de ser un proceso que apunte al logro de lo que es condición y al mismo tiempo resultado de todo aprendizaje: Pensamiento reflexivo. Mejor, actividad reflexiva. Pues la vida es ante todo y antes que nada acción, y el pensamiento el instrumento usado por los hombres, como tales en la superación de los problemas prácticos de la vida en todas sus dimensiones”

 

Explica que la educación no sólo se debe quedar en el plano de lo intelectual ya que hay actitudes prácticas que formar, fortalecer y desarrollar para evitar que la actividad se torne mecánica, rutinaria y técnica, y un medio para combatir con esto es permitir y dar cabida al pensamiento, ya que éste último es el ingrediente principal en el aprendizaje. “En lo que concierne a su aspecto intelectual, la educación consiste en la formación de hábitos de pensamiento vigilantes, cuidadosos y rigurosos”.  A su vez el autor siente que es indispensable que exista una actitud mental determinada por la curiosidad, imaginación y la investigación, éstas últimas características del pensamiento científico.

 

Según Dewey se debe estar abierto a otros caminos posibles, es romper con la idea de que lo que está impuesto es la única manera de aprender, sino que se debe ir en la búsqueda de un modo de pensamiento que descubra lo que rige la naturaleza misma, y este modo de pensamiento lo dan las experiencias, ya que  sin éstas no se desarrollará tampoco el pensamiento, “Los alumnos aprenden una ciencia en vez de aprender el modo científico de trabajar el material familiar de la experiencia ordinaria. Es decir Dewey explica que el estudiante viene de un proceso en el que desde que nace está explorando el mundo, lo conoce a través de la experiencia (método cronológico), que desarrolla así los modos más adecuados de estudio científico (método psicológico), y se enfrenta al método lógico (el del especialista en este caso el maestro) y aquí es donde entra a cobrar importancia lo que pueda lograrse ya que si solo se muestra la parte teórica, o un solo modelo de enseñanza como única alternativa para aprender no es posible que haya aporte a la ciencia como tal. (P.3-4)

 

Howard Gardner en su libro Arte, Mente y Cerebro, opta una mirada del niño como artista y expresa lo siguiente:

 

En los primeros años de su desarrollo, los niños aprenden a dominar los sistemas de símbolos de la cultura, pero este dominio es, en gran medida, un asunto privado. Sin duda, los chicos se dedican a explorar para qué sirve o no sirve cada sistema: experimentan y juegan activamente con él, y en este proceso suelen lograr efectos que a ellos les resultan muy agradables y a otros les parecen maravillosos. Lo que, es más, estas actividades no se ejecutan en total ignorancia de la sociedad circundante. A los seis o siete años, los chicos tienen bastante conciencia de los estándares de la cultura y ya no producen obras enteramente egocéntricas. En consecuencia, parece razonable hablar de un florecimiento de la realización artística, o bien, como yo lo veo, del logro de un "proyecto inicial" de habilidad artística.

 

Sin embargo, aproximadamente en este momento de la vida infantil se produce un importante cambio, que influye virtualmente en todos los aspectos de la existencia del niño. Al ingresar en la escuela (y posiblemente, en parte, como resultado de este ingreso), los chicos toman mayor conciencia de los estándares de su cultura y se interesan más en ellos. En efecto, los niños empiezan a ocuparse, y preocuparse, por las reglas y las pautas a las que obedecen quienes los rodean: cómo vestirse, cómo hablar, cómo encarar un juego, cómo comportarse de una manera moralmente aceptada. Llegan a obsesionarse con el deseo de cumplir correctamente estas prácticas, y es importante para su bienestar psicológico no violar las correspondientes normas. (P. 111-112)

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